lunes, 6 de junio de 2011

Mi pueblo


Este  blog es un intento de  plasmar con palabras escritas,  fotografías y vídeos mi sentido  de pertenencia e identidad   con el  pueblo en el que  nací, en el primer  quinquenio de la  década del 60,  y  aunque  desde los  tres  años  vivo en  Lima, muchos meses  de mis  vacaciones  escolares  los  pasé  en mi pueblo, junto  a  mis  abuelitos  y  mis  familiares, compartiendo las labores agropecuarias, practicando las  tradiciones y costumbres ancestrales.


Dicen los  sicólogos  que  los  aprendizajes  de la  infancia  son trascendentales ya  que  son la  base  sobre  las  que  construimos nuestra forma  de ver  y asumir  la  vida. Estoy agradecido de haber  aprendido a  conocer  y  valorar  la  naturaleza y  los  valores  comunales  como la  reciprocidad. Pienso  que compartir la  vida  en la  ciudad  y  muchas  temporadas en medio del ambiente  bucólico  de Tuna me  han  nutrido lo suficiente  como para entender mejor  aquel  poema  de  Marco  Martos:

El Perú

No es este tu país
porque conozcas sus linderos,
ni por el idioma común,
ni por los nombres de los muertos.
Es este tu país,
porque si tuvieras que hacerlo,
lo elegirías de nuevo
para construir aquí
todos tus sueños.

Santiago de  Tuna,  pese  a la  brevedad  de su  extensión  tiene  una hermosa y cautivante geografía.  Viéndola  desde la  cumbre  de  Carsisana, las pequeñas  pampas  se ven como si  fueran  puños  de diferentes tamaños, a medio abrirse. Cada uno de  ellos sirven de terrazas  para  el cultivo de  los  melocotones, los manzanos, los  tunales  y  los  sembríos  estacionales. También destacan las  quebradas o en vocablo  jaqaru  "guayque, que  es la variante  que se  da  en esta  parte  de la  sierra  de  Lima  al  vocablo quechua "huayco". Así tenemos  algunos  nombres de quebradas: Sacuayque, Masaguayque, Chilcaguayque (Chilcuayque), Calajuayque (se reemplaza  la “g” por la  “j”.  Al frente del territorio tuneño  se ve una  sucesión de  cerros  azulinos y  de pobre  vegetación, que  reverdecen  en temporada  de  lluvias. Anidados entre esos  pliegues  crecen diversos  pueblos huarochiranos.

El territorio tuneño  tiene zonas  bastante  diferenciadas por  sus  características  geográficas. La  zona baja, limítrofe  con los  terrenos  de las  comunidades  de  Tupicocha, Antioquía, Sisicaya  y San Bartolomé se caracteriza por  la  aridez  permanente y lo empinado de los  cerros  sobre los que  crecen algunas especies  de  cactáceas y plantas que han  aprendido a  absorber  el agua de  la  niebla. Algunos  lugares   reverdecen y  se  llenan de  flores  por  corto  tiempo  en los  años  en que  abundan las  lluvias.  Son los  gigantones los cactus  más  resistentes, que  llegan a  envejecer majestuosos y  dejan  como  herencia  útil  sus  viejos  troncos con simétricos hoyuelos, conocidos  en la  zona  como  “cochos”.

En esos  cerros “calarres” voz  derivada  del  quechua “cala”, que  significa  desnudo,  hay  una  sorprendente  vegetación  que  se  aferra  a  la  vida atrapando  la esquiva  lluvia  o  la  humedad que  asciende desde la  costa. En ese escenario  habita una  diversidad de  aves, insectos, reptiles y una  fauna que  consta  de   mucas, ardillas, venados, gatos monteses, vizcachas, zorros, zorrillos, chacales, y el temido  puma, que  hacen “daño” en los  corrales de los pastores  transhumantes.   

La  zona  media es  aquella  en la  que  se  ubican las pampas o  marcas son fácilmente  observables  por  su  permanente  verdor  y  por  el  trabajo diario de  los  comuneros que  suelen vigilar  y  cuidar  los  sembríos, instalando  espantajos  “espantapájaros” para  que  las  aves  silvestres  no  hagan daño. Desde  los  estancos o estanques  se transporta  el agua  a través  de  una  inmensa  red  de  acequias, respetando un rol para  la  distribución del riego  que se  acuerda  en las  asambleas  de  la  comunidad, según  la  ubicación de los  ojos  de  agua. Los  regantes  pueden conocer  los turnos al  revisar  en las  pizarras instaladas  en las  paredes  exteriores  de la  Huayruna. Algunos  estancos son: Lechica (el de mayor  volumen de agua), Waracasa, Palermo, Pampamalca, Coyure, Shuturi, Tama, Mascuñe, Chilca, Lucumaní, Huangre.

La  zona  media  es  la  de  mayor  actividad  productiva y  no hay  espacio  sin trabajar. Siempre  se  están  reparando  los  caminos, los  estancos  y  los  andenes. Hay  quienes  han construido  casas  para  criar  aves  de  corral  y  aprovechar  el tiempo al máximo cerca  de  sus  chacras.

En la  zona  alta, que  curiosamente  está  ubicado  por  encima  del  paso de  la  carretera  se  ubican las  “moyas”  o  tierras  de cultivo  estacional, es decir, son terrenos de  secano. Son extensas  áreas  protegidas  con pircas o  muros  de  piedras y  quinchas (arbustos y espinos). Pocas  son las  moyas  que  están cercadas  con  alambradas. En esas moyas  siembran  trigo, cebada, papa,  oca, y habas. Su  uso está  supeditado a la  abundancia  de  las  lluvias. Más  arriba  de  Carsisana las  moyas  son solo de usos  para  el  pastoreo.

En la  actualidad el  distrito  Santiago de  Tuna  tiene  tres  centros  poblados: Lucumaní, San Juan de  Hualapunku  y   la  Merced  de  Chilca.  Una serpenteante  carretera  facilita  el  acceso y el  transporte entre los tres centros. Cada  estela  de  polvo  amarillento  devela  el  avance  de un vehículo

Hace  muchos  años  la jurisdicción de  Tuna  se  prolongaba  hasta  la  actual Cocachacra  e incluso la comunidad Campesina poseía  tierras  en  Chaclacayo, una manifestación del  control de pisos ecológicos de las  comunidades  preincas.

La  zona  que más  conozco  y que  puedo ilustrar  es desde  Suche  hasta Warananche, en el lindero  con la  Comunidad  Campesina  San  Andrés  de Tupicocha. Desde  Suche  hacia  el  norte  se encuentran  los  sitios  míticos de la pacarina  tuneña, me  refiero  al  lugar de  origen  de  los  antiguos Tumna. En dirección del  Bosque  de  Zárate  se  encuentran Chilca,  Chilcacoto, Llamkacanche (templo del  trabajo), Huangre, Sacasanche (Sacsanche). Los sitios  arqueológicos  son  abundantes  y  poco estudiados; ese  lado  del territorio  tuneño  todavía es  poco  conocido  por  mí.


Como todo  en la  vida, el pueblo  luce  cambios  drásticos, ya sea  en el estado de las  casas de  adobe, en el techado de las  viviendas y los  temidos efectos de una  modernidad  impregnada  de lo que  se llama  "cultura  chicha". parece  difícil  lograr  armonizar  modernidad  con preservación de la  cultura que se forja  a través  de los  años.


Ni siquiera la  iglesia  pudo librarse  del impacto modernizante. Los  antiguos  retablos  tallados en madera lucen polvorientos y desencajados  de su sitio. La remodelación bien intencionada, pero inconclusa causó lo que vemos  hoy en día. Imágenes  de santos y  vírgenes  amontonados como esperando que  llegue  el día  en que  por  fin culminen las  obras.  Será  que  en Tuna  todo queda  a medio  construir,  como pasó  con ese extraño arco de  bienvenida, o el propio  local  municipal  o la  gobernación. 


Los  antiguos  tuneños edificaron un pueblo  con un estilo y  arquitectura  de finales  del  siglo XIX, con reminiscencia afrancesada. Sobresalía  la  vieja  torre  o  campanario  como  uno de  los  principales  referentes  de los  acontecimientos  en la  comunidad. Los  diferentes  repiques  de campana  avisaban  si  ocurrió  un a emergencia, si  habían  noticias  muy  urgentes  o  si  alguien  había  fallecido. Hoy en día  el  alcalde  impone con altavoces  su  preferencia  musical  y  funge  de improvisado  locutor  de  radio de  mercado.


Son pocas  las  viejas  casonas que  conservan  los  poyos  bajo un  pequeño  zaguán, que  servía  como espacio  para  confraternizar  o  integrar a los  tuneños. 





1 comentario:

  1. Genial post, pero agradecería que corrigiera la palabra "Sicólogos" por "Psicólogos".
    La Palabra Psicólogo viene del latín "Psique", no de "Sique".

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