Este blog es un intento de plasmar con palabras escritas, fotografías y vídeos mi sentido de pertenencia e identidad con el pueblo en el que nací, en el primer quinquenio de la década del 60, y aunque desde los tres años vivo en Lima, muchos meses de mis vacaciones escolares los pasé en mi pueblo, junto a mis abuelitos y mis familiares, compartiendo las labores agropecuarias, practicando las tradiciones y costumbres ancestrales.
Dicen los sicólogos que los aprendizajes de la infancia son trascendentales ya que son la base sobre las que construimos nuestra forma de ver y asumir la vida. Estoy agradecido de haber aprendido a conocer y valorar la naturaleza y los valores comunales como la reciprocidad. Pienso que compartir la vida en la ciudad y muchas temporadas en medio del ambiente bucólico de Tuna me han nutrido lo suficiente como para entender mejor aquel poema de Marco Martos:
El Perú
No es este tu país
porque conozcas sus linderos,
ni por el idioma común,
ni por los nombres de los muertos.
Es este tu país,
porque si tuvieras que hacerlo,
lo elegirías de nuevo
para construir aquí
todos tus sueños.
No es este tu país
porque conozcas sus linderos,
ni por el idioma común,
ni por los nombres de los muertos.
Es este tu país,
porque si tuvieras que hacerlo,
lo elegirías de nuevo
para construir aquí
todos tus sueños.
Santiago de Tuna, pese a la brevedad de su extensión tiene una hermosa y cautivante geografía. Viéndola desde la cumbre de Carsisana, las pequeñas pampas se ven como si fueran puños de diferentes tamaños, a medio abrirse. Cada uno de ellos sirven de terrazas para el cultivo de los melocotones, los manzanos, los tunales y los sembríos estacionales. También destacan las quebradas o en vocablo jaqaru "guayque, que es la variante que se da en esta parte de la sierra de Lima al vocablo quechua "huayco". Así tenemos algunos nombres de quebradas: Sacuayque, Masaguayque, Chilcaguayque (Chilcuayque), Calajuayque (se reemplaza la “g” por la “j”. Al frente del territorio tuneño se ve una sucesión de cerros azulinos y de pobre vegetación, que reverdecen en temporada de lluvias. Anidados entre esos pliegues crecen diversos pueblos huarochiranos.
El territorio tuneño tiene zonas bastante diferenciadas por sus características geográficas. La zona baja, limítrofe con los terrenos de las comunidades de Tupicocha, Antioquía, Sisicaya y San Bartolomé se caracteriza por la aridez permanente y lo empinado de los cerros sobre los que crecen algunas especies de cactáceas y plantas que han aprendido a absorber el agua de la niebla. Algunos lugares reverdecen y se llenan de flores por corto tiempo en los años en que abundan las lluvias. Son los gigantones los cactus más resistentes, que llegan a envejecer majestuosos y dejan como herencia útil sus viejos troncos con simétricos hoyuelos, conocidos en la zona como “cochos”.
En esos cerros “calarres” voz derivada del quechua “cala”, que significa desnudo, hay una sorprendente vegetación que se aferra a la vida atrapando la esquiva lluvia o la humedad que asciende desde la costa. En ese escenario habita una diversidad de aves, insectos, reptiles y una fauna que consta de mucas, ardillas, venados, gatos monteses, vizcachas, zorros, zorrillos, chacales, y el temido puma, que hacen “daño” en los corrales de los pastores transhumantes.
La zona media es aquella en la que se ubican las pampas o marcas son fácilmente observables por su permanente verdor y por el trabajo diario de los comuneros que suelen vigilar y cuidar los sembríos, instalando espantajos “espantapájaros” para que las aves silvestres no hagan daño. Desde los estancos o estanques se transporta el agua a través de una inmensa red de acequias, respetando un rol para la distribución del riego que se acuerda en las asambleas de la comunidad, según la ubicación de los ojos de agua. Los regantes pueden conocer los turnos al revisar en las pizarras instaladas en las paredes exteriores de la Huayruna. Algunos estancos son: Lechica (el de mayor volumen de agua), Waracasa, Palermo, Pampamalca, Coyure, Shuturi, Tama, Mascuñe, Chilca, Lucumaní, Huangre.
La zona media es la de mayor actividad productiva y no hay espacio sin trabajar. Siempre se están reparando los caminos, los estancos y los andenes. Hay quienes han construido casas para criar aves de corral y aprovechar el tiempo al máximo cerca de sus chacras.
En la zona alta, que curiosamente está ubicado por encima del paso de la carretera se ubican las “moyas” o tierras de cultivo estacional, es decir, son terrenos de secano. Son extensas áreas protegidas con pircas o muros de piedras y quinchas (arbustos y espinos). Pocas son las moyas que están cercadas con alambradas. En esas moyas siembran trigo, cebada, papa, oca, y habas. Su uso está supeditado a la abundancia de las lluvias. Más arriba de Carsisana las moyas son solo de usos para el pastoreo.
En la actualidad el distrito Santiago de Tuna tiene tres centros poblados: Lucumaní, San Juan de Hualapunku y la Merced de Chilca. Una serpenteante carretera facilita el acceso y el transporte entre los tres centros. Cada estela de polvo amarillento devela el avance de un vehículo
Hace muchos años la jurisdicción de Tuna se prolongaba hasta la actual Cocachacra e incluso la comunidad Campesina poseía tierras en Chaclacayo, una manifestación del control de pisos ecológicos de las comunidades preincas.
La zona que más conozco y que puedo ilustrar es desde Suche hasta Warananche, en el lindero con la Comunidad Campesina San Andrés de Tupicocha. Desde Suche hacia el norte se encuentran los sitios míticos de la pacarina tuneña, me refiero al lugar de origen de los antiguos Tumna. En dirección del Bosque de Zárate se encuentran Chilca, Chilcacoto, Llamkacanche (templo del trabajo), Huangre, Sacasanche (Sacsanche). Los sitios arqueológicos son abundantes y poco estudiados; ese lado del territorio tuneño todavía es poco conocido por mí.
Como todo en la vida, el pueblo luce cambios drásticos, ya sea en el estado de las casas de adobe, en el techado de las viviendas y los temidos efectos de una modernidad impregnada de lo que se llama "cultura chicha". parece difícil lograr armonizar modernidad con preservación de la cultura que se forja a través de los años.
Ni siquiera la iglesia pudo librarse del impacto modernizante. Los antiguos retablos tallados en madera lucen polvorientos y desencajados de su sitio. La remodelación bien intencionada, pero inconclusa causó lo que vemos hoy en día. Imágenes de santos y vírgenes amontonados como esperando que llegue el día en que por fin culminen las obras. Será que en Tuna todo queda a medio construir, como pasó con ese extraño arco de bienvenida, o el propio local municipal o la gobernación.
Los antiguos tuneños edificaron un pueblo con un estilo y arquitectura de finales del siglo XIX, con reminiscencia afrancesada. Sobresalía la vieja torre o campanario como uno de los principales referentes de los acontecimientos en la comunidad. Los diferentes repiques de campana avisaban si ocurrió un a emergencia, si habían noticias muy urgentes o si alguien había fallecido. Hoy en día el alcalde impone con altavoces su preferencia musical y funge de improvisado locutor de radio de mercado.
Son pocas las viejas casonas que conservan los poyos bajo un pequeño zaguán, que servía como espacio para confraternizar o integrar a los tuneños.
Como todo en la vida, el pueblo luce cambios drásticos, ya sea en el estado de las casas de adobe, en el techado de las viviendas y los temidos efectos de una modernidad impregnada de lo que se llama "cultura chicha". parece difícil lograr armonizar modernidad con preservación de la cultura que se forja a través de los años.
Ni siquiera la iglesia pudo librarse del impacto modernizante. Los antiguos retablos tallados en madera lucen polvorientos y desencajados de su sitio. La remodelación bien intencionada, pero inconclusa causó lo que vemos hoy en día. Imágenes de santos y vírgenes amontonados como esperando que llegue el día en que por fin culminen las obras. Será que en Tuna todo queda a medio construir, como pasó con ese extraño arco de bienvenida, o el propio local municipal o la gobernación.
Los antiguos tuneños edificaron un pueblo con un estilo y arquitectura de finales del siglo XIX, con reminiscencia afrancesada. Sobresalía la vieja torre o campanario como uno de los principales referentes de los acontecimientos en la comunidad. Los diferentes repiques de campana avisaban si ocurrió un a emergencia, si habían noticias muy urgentes o si alguien había fallecido. Hoy en día el alcalde impone con altavoces su preferencia musical y funge de improvisado locutor de radio de mercado.
Son pocas las viejas casonas que conservan los poyos bajo un pequeño zaguán, que servía como espacio para confraternizar o integrar a los tuneños.
Genial post, pero agradecería que corrigiera la palabra "Sicólogos" por "Psicólogos".
ResponderEliminarLa Palabra Psicólogo viene del latín "Psique", no de "Sique".