Santiago de Tuna
jueves, 9 de agosto de 2012
La escultura del Apóstol Santiago en Tuna
En la Iglesia de Santiago de Tuna está una de las mejores esculturas ecuestres del Apóstol Santiago que existe en nuestro país. Es de manufactura española. Luce finos acabados y detalles. No se ha ubicado la documentación de su procedencia porque los archivos comunales y eclesiales fueron incendiados durante el paso de las tropas chilenas en la llamada Guerra del Pacífico.
Los antiguos pobladores de Tuna (Tumna) se encargaron de preservar muchos relatos, casi legendarios, del recorrido que hicieron los tuneños a mediados del siglo XIX, cuando trasladaron la escultura del Santo Patrón desde Lima hasta la capital del Pueblo. En aquellos años el transporte se hacía con recuas de mulas y caballos. Entonces, la Comunidad Campesina de Santiago de Tuna tenía terrenos en la actual Chaclacayo, lugar en el que acampaban y aprovisionaban. Luego proseguían hasta una de las quebradas en dirección de Chaymallán, desde donde ascendían al Pueblo de Tumna.
Se cuenta que el peregrinaje tomó más tiempo que el previsto. Tenían instrucciones que exigían esmero en las maniobras, por lo que no podían acelerar el paso. La agreste geografía tampoco lo permitía. Para alegrar el peregrinaje, los tuneños contrataron a los danzas de San Pedro de Casta, a los cuales también les decían “payo payo”, que eran jóvenes vestidos con ponchos azules, sombreros adornados con coloridas plumas y espejuelos. Sobre el poncho llevaban cruzadas dos mantas y en las manos llevaban un palo atado a un pañuelo. Su máscara de madera impedía ver su rostro. Al igual que muchas danzas de entonces, los danzantes hablaban en falsete, es decir, con voz en extremo aguda o aflautada. Hay registros de que en el Pueblo de Casta vivieron varias familias de Tuneños que los ingas llevaron como mitmaes, pocos años antes de la presencia española y que esas familias de Checas de Tumna eran tributarios en Casta.
Los danzas siempre iban delante de las mulas y caballos que transportaban las cajas que contenían la escultura del Santo. Unas flautas y unas tinyas eran los instrumentos que entonces alegraba en la profundidad de las quebradas. Las chirisuyas anunciaban los momentos de la jornada. Cuando se "velorea" a los cajueleros es importante que haya chirisuya para alegrar las horas de vigilia.
Por esos delgados caminos transitaban muchos viajeros, quienes al enterarse que llevaban la sagrada escultura se ofrecían en acompañar cierto tramo del camino. Los pueblos de la cuenca baja del río Lurín hablaban mucho de ese evento y en julio, cuando se celebraba la fiesta Patronal acudían hasta Tuna como devotos o cajueleros.
Cuando las hordas chilenas ascendieron hasta Tuna, buscaron la escultura de Santiago. Después de quemar la iglesia y saquear el pueblo recorrieron lugares aledaños pero no pudieron dar con los tuneños que llevabann la imagen de Santiago a esconderla en diferentes cuevas. Cerca de Pomacocha y de Llamkacanche es posible ver las huellas de las velas (les decías ceras) que emplearon para velar al Patrón. Incluso hay algunas palabras apenas legibles, que son testimonio de la guerra.
Después de la guerra, tuvieron que reconstruir el templo, para poder costear la construcción de los altares empeñaron sus propiedades de Chaclacayo y Matucana, también algunas ubicadas en la actual Cocachacra.
Hoy la gente va de prisa... con ganas de bailar, beber licor y pasarla bien. Los tiempos cambian. Ojalá que la fe prevalezca.
martes, 7 de agosto de 2012
Comparte fotos, comentarios, noticias de nuestro Pueblo
Este blog puede ser mejor con tu participación.
Anímate a subir y compartir fotos, noticias, comentarios de nuestro Pueblo Santiago de Tuna y los Centros Poblados Menores.
Anímate a subir y compartir fotos, noticias, comentarios de nuestro Pueblo Santiago de Tuna y los Centros Poblados Menores.
lunes, 13 de junio de 2011
Melocotones
Recuerdo cuando abrí la puerta y tras chirrido de las visagras me envolvió el aroma de un cerro de melocotones que estaban depositados sobre costales a la espera de que lleguen para su clasificación.
Un olor especial que no sé cómo describir con palabras el que tengo en mi memoria. Un olor como de terciopelo.
Agarré uno y frotándolo en mi pantalón le quité esa fina pelusa que protege al fruto característico del pueblo. El primer mordisco fue recompensado con un jugoso ámbar, dulce y con una casi imperceptible cuota de ácido. Afuera estaban descargando los cajones que cargados sobre "Macharejo", "Rondón" y "Pisco", los tres burros
Un olor especial que no sé cómo describir con palabras el que tengo en mi memoria. Un olor como de terciopelo.
Agarré uno y frotándolo en mi pantalón le quité esa fina pelusa que protege al fruto característico del pueblo. El primer mordisco fue recompensado con un jugoso ámbar, dulce y con una casi imperceptible cuota de ácido. Afuera estaban descargando los cajones que cargados sobre "Macharejo", "Rondón" y "Pisco", los tres burros
Tiempo de viaje
Pese a estar muy cerca de Lima una de las dificultades es la calidad del servicio de transporte público. Si en la actualidad es un problema debido a que algunas empresas que sirven en la ruta obligan a viajar en la madrugada, sin un horario fijo. Antes, era un calvario conseguir movilidad.
Recuerdo los viejos ómnibuses de la Empresa de Transportes Flores. Sus colores crema y celeste eran característicos. Su agencia estaba en la cuadra cuatro de la Av. Gamarra, en La Victoria. Hasta allá íbamos para enviar las encomiendas o para recibir noticias de los familiares. La señora Luisa, esposa de don Abel Flores era la encargada de la venta de los pasajes y el cobro del flete. El anciano Layo bromeaba con los pasajeros, que siempre estaban preocupados escribiendo sus iniciales en los costalillos y costales. Cuando revisaban la lista uno podía saber de qué pueblos eran los pasajeros... de Tupicocha, de Tuna, de San Damián, de Sunicancha.. Al promediar las diez de la mañana subían los bultos al techo del ómnibus. A veces parecía que se excedían por el enorme volumen de carga que sujetaban con sogas. Chato, le decían a uno de los chulillos que ayudaban con la carga a los choferes. Recuerdo a Amancio.
Don Abel y su esposa me llamaban por mi apellido materno "Cuya". Con el paso de los años los diminutivos dieron paso a joven Cuya, quedando atrás el cariñoso "cuyita".
En Cocachacra hacían un alto los choferes para que los pasajeros pudieran almorzar. La Hosteria y El Palmero eran los restaurantes más frecuentados. Aun recuerdo el sabor de las sopas cuyo sabor revelaba que emplearon leña en su cocción. Las cocachacrinas ofrecían golosinas, gelatinas, palomitas de maíz y el agua de manzana con su clásico !Agua de manzaaaaaaaaaaaaaaana! o los membríiiios!
Después del almuerzo empezaba la ascención por esa carretera polvorienta que obligaba a rugir a los motores de los carros. Algunos totecos, que así le decimos a los tupicochanos, iban trepados en las escaleras y el techo del ómnibus. Al llegar a "Repartición" se bajaban los chautinos; en chilca bajaban algunos pasajeros, pero subían otros con cajones llenos de frutas y sus mascotas. Algunos subían con sus alforjas llenas de papas, porongos con leche y lampas o barretas. Lo único que se deseaba es llegar ya al pueblo.
Al llegar a Callenshica los choferes hacían sonar la bocina o claxon, una forma bulliciosa de pasar la voz. Eran conocidas las señoras que esperaban sentadas en las bancas de la plaza a ver llegar a los pasajeros, con la esperanza de tener un recado o encomienda.
Desde siempre he viajado a Tuna, ya sea en los carros de Flores, en el enorme bus de la Empresa comunal de San Damián, en el bus de Fausto Perales, en esos viejísimos carros de la Empresa Pérez o en las empresas que en la actualidad ofrecen el servicio de transporte como Regional u otros.
La imprudencia fue causa de muchos accidentes, algunos de ellos con consecuencias funestas. Las piañas con sus cruces que se yerguen a la vera de la carretera recuerdan las vidas que fueron apagadas en las volcaduras sucedidas. La más grave de todas fue el accidente en el que fallecieron músicos de la Orquesta revelación 5:40 y un grupo de fans (1995) Años atrás fallecieron comerciantes cuando se volcó al abismo el camión "Joven Soy". La lista de accidentes no es corta, lamentablemente.
Los que visitan en la actualidad el pueblo lo hacen a través de una carretera más ancha. Si les parece que es angosta, no tienen ni idea de lo que fue viajar al pueblo hasta mediados de los años noventa, cuando el ejército con maquinaria pesada trabajó en el ensanchamiento.
En el verano el viaje es polvoriento; pero en invierno el viaje es tortuoso por los enormes charcos de agua, lo resbaloso de la carretera y la persistente neblina que no permite ver más allá de unos metros.
La carretera recibe el mantenimiento que realizan las comunidades campesinas, respetando la jurisdicción de su territorio.
Recuerdo los viejos ómnibuses de la Empresa de Transportes Flores. Sus colores crema y celeste eran característicos. Su agencia estaba en la cuadra cuatro de la Av. Gamarra, en La Victoria. Hasta allá íbamos para enviar las encomiendas o para recibir noticias de los familiares. La señora Luisa, esposa de don Abel Flores era la encargada de la venta de los pasajes y el cobro del flete. El anciano Layo bromeaba con los pasajeros, que siempre estaban preocupados escribiendo sus iniciales en los costalillos y costales. Cuando revisaban la lista uno podía saber de qué pueblos eran los pasajeros... de Tupicocha, de Tuna, de San Damián, de Sunicancha.. Al promediar las diez de la mañana subían los bultos al techo del ómnibus. A veces parecía que se excedían por el enorme volumen de carga que sujetaban con sogas. Chato, le decían a uno de los chulillos que ayudaban con la carga a los choferes. Recuerdo a Amancio.
Don Abel y su esposa me llamaban por mi apellido materno "Cuya". Con el paso de los años los diminutivos dieron paso a joven Cuya, quedando atrás el cariñoso "cuyita".
En Cocachacra hacían un alto los choferes para que los pasajeros pudieran almorzar. La Hosteria y El Palmero eran los restaurantes más frecuentados. Aun recuerdo el sabor de las sopas cuyo sabor revelaba que emplearon leña en su cocción. Las cocachacrinas ofrecían golosinas, gelatinas, palomitas de maíz y el agua de manzana con su clásico !Agua de manzaaaaaaaaaaaaaaana! o los membríiiios!
Después del almuerzo empezaba la ascención por esa carretera polvorienta que obligaba a rugir a los motores de los carros. Algunos totecos, que así le decimos a los tupicochanos, iban trepados en las escaleras y el techo del ómnibus. Al llegar a "Repartición" se bajaban los chautinos; en chilca bajaban algunos pasajeros, pero subían otros con cajones llenos de frutas y sus mascotas. Algunos subían con sus alforjas llenas de papas, porongos con leche y lampas o barretas. Lo único que se deseaba es llegar ya al pueblo.
Al llegar a Callenshica los choferes hacían sonar la bocina o claxon, una forma bulliciosa de pasar la voz. Eran conocidas las señoras que esperaban sentadas en las bancas de la plaza a ver llegar a los pasajeros, con la esperanza de tener un recado o encomienda.
Desde siempre he viajado a Tuna, ya sea en los carros de Flores, en el enorme bus de la Empresa comunal de San Damián, en el bus de Fausto Perales, en esos viejísimos carros de la Empresa Pérez o en las empresas que en la actualidad ofrecen el servicio de transporte como Regional u otros.
La imprudencia fue causa de muchos accidentes, algunos de ellos con consecuencias funestas. Las piañas con sus cruces que se yerguen a la vera de la carretera recuerdan las vidas que fueron apagadas en las volcaduras sucedidas. La más grave de todas fue el accidente en el que fallecieron músicos de la Orquesta revelación 5:40 y un grupo de fans (1995) Años atrás fallecieron comerciantes cuando se volcó al abismo el camión "Joven Soy". La lista de accidentes no es corta, lamentablemente.
Los que visitan en la actualidad el pueblo lo hacen a través de una carretera más ancha. Si les parece que es angosta, no tienen ni idea de lo que fue viajar al pueblo hasta mediados de los años noventa, cuando el ejército con maquinaria pesada trabajó en el ensanchamiento.
En el verano el viaje es polvoriento; pero en invierno el viaje es tortuoso por los enormes charcos de agua, lo resbaloso de la carretera y la persistente neblina que no permite ver más allá de unos metros.
La carretera recibe el mantenimiento que realizan las comunidades campesinas, respetando la jurisdicción de su territorio.
lunes, 6 de junio de 2011
Mi pueblo
Este blog es un intento de plasmar con palabras escritas, fotografías y vídeos mi sentido de pertenencia e identidad con el pueblo en el que nací, en el primer quinquenio de la década del 60, y aunque desde los tres años vivo en Lima, muchos meses de mis vacaciones escolares los pasé en mi pueblo, junto a mis abuelitos y mis familiares, compartiendo las labores agropecuarias, practicando las tradiciones y costumbres ancestrales.
Dicen los sicólogos que los aprendizajes de la infancia son trascendentales ya que son la base sobre las que construimos nuestra forma de ver y asumir la vida. Estoy agradecido de haber aprendido a conocer y valorar la naturaleza y los valores comunales como la reciprocidad. Pienso que compartir la vida en la ciudad y muchas temporadas en medio del ambiente bucólico de Tuna me han nutrido lo suficiente como para entender mejor aquel poema de Marco Martos:
El Perú
No es este tu país
porque conozcas sus linderos,
ni por el idioma común,
ni por los nombres de los muertos.
Es este tu país,
porque si tuvieras que hacerlo,
lo elegirías de nuevo
para construir aquí
todos tus sueños.
No es este tu país
porque conozcas sus linderos,
ni por el idioma común,
ni por los nombres de los muertos.
Es este tu país,
porque si tuvieras que hacerlo,
lo elegirías de nuevo
para construir aquí
todos tus sueños.
Santiago de Tuna, pese a la brevedad de su extensión tiene una hermosa y cautivante geografía. Viéndola desde la cumbre de Carsisana, las pequeñas pampas se ven como si fueran puños de diferentes tamaños, a medio abrirse. Cada uno de ellos sirven de terrazas para el cultivo de los melocotones, los manzanos, los tunales y los sembríos estacionales. También destacan las quebradas o en vocablo jaqaru "guayque, que es la variante que se da en esta parte de la sierra de Lima al vocablo quechua "huayco". Así tenemos algunos nombres de quebradas: Sacuayque, Masaguayque, Chilcaguayque (Chilcuayque), Calajuayque (se reemplaza la “g” por la “j”. Al frente del territorio tuneño se ve una sucesión de cerros azulinos y de pobre vegetación, que reverdecen en temporada de lluvias. Anidados entre esos pliegues crecen diversos pueblos huarochiranos.
El territorio tuneño tiene zonas bastante diferenciadas por sus características geográficas. La zona baja, limítrofe con los terrenos de las comunidades de Tupicocha, Antioquía, Sisicaya y San Bartolomé se caracteriza por la aridez permanente y lo empinado de los cerros sobre los que crecen algunas especies de cactáceas y plantas que han aprendido a absorber el agua de la niebla. Algunos lugares reverdecen y se llenan de flores por corto tiempo en los años en que abundan las lluvias. Son los gigantones los cactus más resistentes, que llegan a envejecer majestuosos y dejan como herencia útil sus viejos troncos con simétricos hoyuelos, conocidos en la zona como “cochos”.
En esos cerros “calarres” voz derivada del quechua “cala”, que significa desnudo, hay una sorprendente vegetación que se aferra a la vida atrapando la esquiva lluvia o la humedad que asciende desde la costa. En ese escenario habita una diversidad de aves, insectos, reptiles y una fauna que consta de mucas, ardillas, venados, gatos monteses, vizcachas, zorros, zorrillos, chacales, y el temido puma, que hacen “daño” en los corrales de los pastores transhumantes.
La zona media es aquella en la que se ubican las pampas o marcas son fácilmente observables por su permanente verdor y por el trabajo diario de los comuneros que suelen vigilar y cuidar los sembríos, instalando espantajos “espantapájaros” para que las aves silvestres no hagan daño. Desde los estancos o estanques se transporta el agua a través de una inmensa red de acequias, respetando un rol para la distribución del riego que se acuerda en las asambleas de la comunidad, según la ubicación de los ojos de agua. Los regantes pueden conocer los turnos al revisar en las pizarras instaladas en las paredes exteriores de la Huayruna. Algunos estancos son: Lechica (el de mayor volumen de agua), Waracasa, Palermo, Pampamalca, Coyure, Shuturi, Tama, Mascuñe, Chilca, Lucumaní, Huangre.
La zona media es la de mayor actividad productiva y no hay espacio sin trabajar. Siempre se están reparando los caminos, los estancos y los andenes. Hay quienes han construido casas para criar aves de corral y aprovechar el tiempo al máximo cerca de sus chacras.
En la zona alta, que curiosamente está ubicado por encima del paso de la carretera se ubican las “moyas” o tierras de cultivo estacional, es decir, son terrenos de secano. Son extensas áreas protegidas con pircas o muros de piedras y quinchas (arbustos y espinos). Pocas son las moyas que están cercadas con alambradas. En esas moyas siembran trigo, cebada, papa, oca, y habas. Su uso está supeditado a la abundancia de las lluvias. Más arriba de Carsisana las moyas son solo de usos para el pastoreo.
En la actualidad el distrito Santiago de Tuna tiene tres centros poblados: Lucumaní, San Juan de Hualapunku y la Merced de Chilca. Una serpenteante carretera facilita el acceso y el transporte entre los tres centros. Cada estela de polvo amarillento devela el avance de un vehículo
Hace muchos años la jurisdicción de Tuna se prolongaba hasta la actual Cocachacra e incluso la comunidad Campesina poseía tierras en Chaclacayo, una manifestación del control de pisos ecológicos de las comunidades preincas.
La zona que más conozco y que puedo ilustrar es desde Suche hasta Warananche, en el lindero con la Comunidad Campesina San Andrés de Tupicocha. Desde Suche hacia el norte se encuentran los sitios míticos de la pacarina tuneña, me refiero al lugar de origen de los antiguos Tumna. En dirección del Bosque de Zárate se encuentran Chilca, Chilcacoto, Llamkacanche (templo del trabajo), Huangre, Sacasanche (Sacsanche). Los sitios arqueológicos son abundantes y poco estudiados; ese lado del territorio tuneño todavía es poco conocido por mí.
Como todo en la vida, el pueblo luce cambios drásticos, ya sea en el estado de las casas de adobe, en el techado de las viviendas y los temidos efectos de una modernidad impregnada de lo que se llama "cultura chicha". parece difícil lograr armonizar modernidad con preservación de la cultura que se forja a través de los años.
Ni siquiera la iglesia pudo librarse del impacto modernizante. Los antiguos retablos tallados en madera lucen polvorientos y desencajados de su sitio. La remodelación bien intencionada, pero inconclusa causó lo que vemos hoy en día. Imágenes de santos y vírgenes amontonados como esperando que llegue el día en que por fin culminen las obras. Será que en Tuna todo queda a medio construir, como pasó con ese extraño arco de bienvenida, o el propio local municipal o la gobernación.
Los antiguos tuneños edificaron un pueblo con un estilo y arquitectura de finales del siglo XIX, con reminiscencia afrancesada. Sobresalía la vieja torre o campanario como uno de los principales referentes de los acontecimientos en la comunidad. Los diferentes repiques de campana avisaban si ocurrió un a emergencia, si habían noticias muy urgentes o si alguien había fallecido. Hoy en día el alcalde impone con altavoces su preferencia musical y funge de improvisado locutor de radio de mercado.
Son pocas las viejas casonas que conservan los poyos bajo un pequeño zaguán, que servía como espacio para confraternizar o integrar a los tuneños.
Como todo en la vida, el pueblo luce cambios drásticos, ya sea en el estado de las casas de adobe, en el techado de las viviendas y los temidos efectos de una modernidad impregnada de lo que se llama "cultura chicha". parece difícil lograr armonizar modernidad con preservación de la cultura que se forja a través de los años.
Ni siquiera la iglesia pudo librarse del impacto modernizante. Los antiguos retablos tallados en madera lucen polvorientos y desencajados de su sitio. La remodelación bien intencionada, pero inconclusa causó lo que vemos hoy en día. Imágenes de santos y vírgenes amontonados como esperando que llegue el día en que por fin culminen las obras. Será que en Tuna todo queda a medio construir, como pasó con ese extraño arco de bienvenida, o el propio local municipal o la gobernación.
Los antiguos tuneños edificaron un pueblo con un estilo y arquitectura de finales del siglo XIX, con reminiscencia afrancesada. Sobresalía la vieja torre o campanario como uno de los principales referentes de los acontecimientos en la comunidad. Los diferentes repiques de campana avisaban si ocurrió un a emergencia, si habían noticias muy urgentes o si alguien había fallecido. Hoy en día el alcalde impone con altavoces su preferencia musical y funge de improvisado locutor de radio de mercado.
Son pocas las viejas casonas que conservan los poyos bajo un pequeño zaguán, que servía como espacio para confraternizar o integrar a los tuneños.
lunes, 3 de enero de 2011
Las mesas en la fiesta
La festividad patronal y la de navidad convoca a visitantes de diferentes pueblos, que llegan a ver uno de los lugares más famosos de huarochirí por la forma en que se celebra la Pampa de Amancae.
Una de las preocupaciones de los socios de las cofradías es el menú que se ofrece ya sea en el desayuno, el almuerzo o la cena, según la función que desempeñan los asistentes.
El desayuno y el almuerzo son más fáciles de organizar porque no requieren de luz artificial y el control del local, el menaje y mobiliario no conllevan contratiempos significativos.
La preparación y presentación de los menúes se hace según el tipo de participación de las personas. En la primera mesa se acondiciona lo mejor de todo porque allí se atiende a los cajueleros y sus familiares. Allí se pueden apreciar los mejores manteles, los arreglos florales e incluso se puede contar con mozas o mozos uniformados. El menú es el mejor en la primera mesa. La mejor pachamanca, la sopa y los platos de fondo además el postre. Los cocineros se esmeran en el uso acertado de los condimentos y demás ingredientes. Se ofrece vinos, espumantes y muchas botellas de cerveza; para los abstemios se dispone jarras con chicha morada o de jora.
En la segunda mesa están los devotos de prendas u otros objetos. también ingresan al local llamado segunda mesa los visitantes de otros pueblos. El menú que se ofrece suele ser menos elaborado. Se sirve cerveza y otras bebidas, pero con restricciones. Los amteles son de plástico y se disponen larga s bancas como asientos.
En la tecera mesa están los jóvenes y pobladores conocidos. Cada vez se presciende de un local techado y con sillas para esta mesa. Los visitantes tienen un menú que consiste sopa y segundo plato. Cuando hay se les sirve postre. En este locla hay pocas mesas y los manteles son de plástico, Hay veces en los que no se usa mantel.
Una de las preocupaciones de los socios de las cofradías es el menú que se ofrece ya sea en el desayuno, el almuerzo o la cena, según la función que desempeñan los asistentes.
El desayuno y el almuerzo son más fáciles de organizar porque no requieren de luz artificial y el control del local, el menaje y mobiliario no conllevan contratiempos significativos.
La preparación y presentación de los menúes se hace según el tipo de participación de las personas. En la primera mesa se acondiciona lo mejor de todo porque allí se atiende a los cajueleros y sus familiares. Allí se pueden apreciar los mejores manteles, los arreglos florales e incluso se puede contar con mozas o mozos uniformados. El menú es el mejor en la primera mesa. La mejor pachamanca, la sopa y los platos de fondo además el postre. Los cocineros se esmeran en el uso acertado de los condimentos y demás ingredientes. Se ofrece vinos, espumantes y muchas botellas de cerveza; para los abstemios se dispone jarras con chicha morada o de jora.
En la segunda mesa están los devotos de prendas u otros objetos. también ingresan al local llamado segunda mesa los visitantes de otros pueblos. El menú que se ofrece suele ser menos elaborado. Se sirve cerveza y otras bebidas, pero con restricciones. Los amteles son de plástico y se disponen larga s bancas como asientos.
En la tecera mesa están los jóvenes y pobladores conocidos. Cada vez se presciende de un local techado y con sillas para esta mesa. Los visitantes tienen un menú que consiste sopa y segundo plato. Cuando hay se les sirve postre. En este locla hay pocas mesas y los manteles son de plástico, Hay veces en los que no se usa mantel.
Pachahualay
El último día de la fiesta los negritos danzan una lenta melodía que se llama pachahualay.
Desde el alba, cuando el devoto enciende los cochetes de arranque el alférez de bandera ondea la bandera sudafricana mientras sus compañeros de cuadrilla avanzan entumecidos por el frío de la madrugada, que apenas se puede ver bajo la espes a niebla que cubre todo de blanco, con una humedad que impregna microscópicas gotas de rocío.
Pachahualay, es el vocablo cuyo significado exacto se desconoce en Santiago de Tuna. Solo se asocia con tristeza ante la próxima despedida, el fin de fiesta y la vuelta a los quehaceres en las chacras.
Algunas bandas de músicos estrenan un pachahualay cada cierto tiempo; y si tiene acogida, aseguraron su éxito en las festividades de la provincia. Cunbado no hay estreno se recurre a las más populares.
Desde el alba, cuando el devoto enciende los cochetes de arranque el alférez de bandera ondea la bandera sudafricana mientras sus compañeros de cuadrilla avanzan entumecidos por el frío de la madrugada, que apenas se puede ver bajo la espes a niebla que cubre todo de blanco, con una humedad que impregna microscópicas gotas de rocío.
Pachahualay, es el vocablo cuyo significado exacto se desconoce en Santiago de Tuna. Solo se asocia con tristeza ante la próxima despedida, el fin de fiesta y la vuelta a los quehaceres en las chacras.
Algunas bandas de músicos estrenan un pachahualay cada cierto tiempo; y si tiene acogida, aseguraron su éxito en las festividades de la provincia. Cunbado no hay estreno se recurre a las más populares.
miércoles, 22 de diciembre de 2010
Velorio a los cajueleros y devotos
Bueno, se llama así: Velorio a los cajueleros y devotos, la costumbre en la que los socios y socias de la Cofradía encargada de la festividad en honor del Niño Jesús realizan a quienes ofrecieron ser cajueleros o devotos en la fiesta de Navidad. El velorio consistía en enceder velas para acompañar la cajuela en casa del cajuelero, combinando oraciones con palabras de cortesía y agradecimiento. Se brindaba algún licor fino para sellar el compromiso del cajuelero. Con esta visita para encender velas se conoslidaba el compromiso renovado cinco meses antes en la visita de seis meses.
Es probable que en sus orígenes estas visitas hayan tenido un peso más religioso. Desde la década de los 80, el velorio en casa del cajuelero ha devenido en un pretexto para la celebración y el consumo de cerveza u otro licor, que es el anticipo de la borrachera en la que se sumerge la fiesta en el pueblo.
Habrá que remontar esta distorsión para recuperar los valores y el significado de las costumbres, teniendo como centro de atención a Jesús Niño y lo que significa para la fe católica.
Es probable que en sus orígenes estas visitas hayan tenido un peso más religioso. Desde la década de los 80, el velorio en casa del cajuelero ha devenido en un pretexto para la celebración y el consumo de cerveza u otro licor, que es el anticipo de la borrachera en la que se sumerge la fiesta en el pueblo.
Habrá que remontar esta distorsión para recuperar los valores y el significado de las costumbres, teniendo como centro de atención a Jesús Niño y lo que significa para la fe católica.
viernes, 17 de diciembre de 2010
Cochos para la fiesta
Los fogones sobre los que se preparan los alimentos de la fiesta patronal o de navidad necesitan de mucha leña, que es el combustible ancestral.
Cada año los comuneros encargados de las festividades se desplazan a remotos parajes en busca de los cochos, que así se llama a los troncos de los cactus centenarios. Una cualidad de este tipo de leña es el rendimiento y sobre todo porque no desgasta las pailas con su calor, aunque cuando está encendido es propenso a la humareda. La apariencia de esos troncos es especial porque son tubos encorvados de aproximadamente una pulgada y media de grosor. Destacan los hoyos simétricos que rodean su cavidad. para extraer esos troncos se necesita una barreta de acero, machetes con buen filo y una buena hacha. Cuando todo está cortado en el tamaño apropiado se arman las cargas, es decir que se agrupan los leños que podrá resistir el asno que transportará la leña hasta el pueblo. Con gruesas cabuyos o guacuras se sujetaban los tercios de leña.
La tarea de ubicar, extraer y picar los cochos puede tomar más de un día. Y se necesita una gran cantidad de burros para llevar el preciado combustible. Es evidente que las costumbres antiguas propiciaban el trabajo solidario y a falta de radio o equipo electrónico florecía la inspiración artística. Los hombres cantaban mientras trabajaban y se daban ánimo silbando y bromeando, mientras las mujeres se esmeraban en preparar el reparador patache y, si había presupuesto, se añadía la preparación de un segundo plato.
A pesar que los molles abundan en las quebradas de las zonas más bajas del pueblo, se prefería usar cochos como leña, porque el molle daña las pailas.
Actualmente se combina el suo de cochos, que cada vez son más escasos, con leños de eucalipto.
la comida de la fiesta tiene ese sabor especial porque la comida que se cocina con leña es más sabrosa.
Cada año los comuneros encargados de las festividades se desplazan a remotos parajes en busca de los cochos, que así se llama a los troncos de los cactus centenarios. Una cualidad de este tipo de leña es el rendimiento y sobre todo porque no desgasta las pailas con su calor, aunque cuando está encendido es propenso a la humareda. La apariencia de esos troncos es especial porque son tubos encorvados de aproximadamente una pulgada y media de grosor. Destacan los hoyos simétricos que rodean su cavidad. para extraer esos troncos se necesita una barreta de acero, machetes con buen filo y una buena hacha. Cuando todo está cortado en el tamaño apropiado se arman las cargas, es decir que se agrupan los leños que podrá resistir el asno que transportará la leña hasta el pueblo. Con gruesas cabuyos o guacuras se sujetaban los tercios de leña.
La tarea de ubicar, extraer y picar los cochos puede tomar más de un día. Y se necesita una gran cantidad de burros para llevar el preciado combustible. Es evidente que las costumbres antiguas propiciaban el trabajo solidario y a falta de radio o equipo electrónico florecía la inspiración artística. Los hombres cantaban mientras trabajaban y se daban ánimo silbando y bromeando, mientras las mujeres se esmeraban en preparar el reparador patache y, si había presupuesto, se añadía la preparación de un segundo plato.
A pesar que los molles abundan en las quebradas de las zonas más bajas del pueblo, se prefería usar cochos como leña, porque el molle daña las pailas.
Actualmente se combina el suo de cochos, que cada vez son más escasos, con leños de eucalipto.
la comida de la fiesta tiene ese sabor especial porque la comida que se cocina con leña es más sabrosa.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)