jueves, 9 de agosto de 2012

La escultura del Apóstol Santiago en Tuna

En la Iglesia de Santiago de Tuna está una de las mejores esculturas ecuestres del Apóstol Santiago que existe en nuestro país. Es de manufactura española. Luce finos acabados y detalles. No se ha ubicado la documentación de su procedencia porque los archivos comunales y eclesiales  fueron incendiados durante el paso de las tropas chilenas en la llamada Guerra del Pacífico.
Los antiguos pobladores de Tuna (Tumna) se encargaron de preservar muchos relatos, casi legendarios, del recorrido que hicieron los tuneños a mediados del siglo XIX, cuando trasladaron la escultura del Santo Patrón desde Lima hasta la capital del Pueblo. En aquellos años el transporte se hacía con recuas de mulas y caballos. Entonces, la Comunidad Campesina de Santiago de Tuna tenía terrenos en la actual Chaclacayo, lugar en el que acampaban y aprovisionaban. Luego proseguían hasta una de las quebradas en dirección de Chaymallán, desde donde ascendían al Pueblo de Tumna. Se cuenta que el peregrinaje tomó más tiempo que el previsto. Tenían instrucciones que exigían esmero en las maniobras, por lo que no podían acelerar el paso. La agreste geografía tampoco lo permitía. Para alegrar el peregrinaje, los tuneños contrataron a los danzas de San Pedro de Casta, a los cuales también les decían “payo payo”, que eran jóvenes vestidos con ponchos azules, sombreros adornados con coloridas plumas y espejuelos. Sobre el poncho llevaban cruzadas dos mantas y en las manos llevaban un palo atado a un pañuelo. Su máscara de madera impedía ver su rostro. Al igual que muchas danzas de entonces, los danzantes hablaban en falsete, es decir, con voz en extremo aguda o aflautada. Hay registros de que en el Pueblo de Casta vivieron varias familias de Tuneños que los ingas llevaron como mitmaes, pocos años antes de la presencia española y que esas familias de Checas de Tumna eran tributarios en Casta. Los danzas siempre iban delante de las mulas y caballos que transportaban las cajas que contenían la escultura del Santo. Unas flautas y unas tinyas eran los instrumentos que entonces alegraba en la profundidad de las quebradas. Las chirisuyas anunciaban los momentos de la jornada. Cuando se "velorea" a los cajueleros es importante que haya chirisuya para alegrar las horas de vigilia. Por esos delgados caminos transitaban muchos viajeros, quienes al enterarse que llevaban la sagrada escultura se ofrecían en acompañar cierto tramo del camino. Los pueblos de la cuenca baja del río Lurín hablaban mucho de ese evento y en julio, cuando se celebraba la fiesta Patronal acudían hasta Tuna como devotos o cajueleros. Cuando las hordas chilenas ascendieron hasta Tuna, buscaron la escultura de Santiago. Después de quemar la iglesia y saquear el pueblo recorrieron lugares aledaños pero no pudieron dar con los tuneños que llevabann la imagen de Santiago a esconderla en diferentes cuevas. Cerca de Pomacocha y de Llamkacanche es posible ver las huellas de las velas (les decías ceras) que emplearon para velar al Patrón. Incluso hay algunas palabras apenas legibles, que son testimonio de la guerra. Después de la guerra, tuvieron que reconstruir el templo, para poder costear la construcción de los altares empeñaron sus propiedades de Chaclacayo y Matucana, también algunas ubicadas en la actual Cocachacra. Hoy la gente va de prisa... con ganas de bailar, beber licor y pasarla bien. Los tiempos cambian. Ojalá que la fe prevalezca.

martes, 7 de agosto de 2012

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lunes, 13 de junio de 2011

Melocotones

Recuerdo  cuando  abrí  la puerta y tras chirrido de las  visagras  me  envolvió  el aroma  de un cerro de  melocotones  que estaban depositados  sobre  costales  a  la  espera  de que  lleguen  para  su  clasificación.

Un olor  especial que no  sé  cómo describir  con palabras  el que  tengo  en mi memoria. Un olor  como  de terciopelo.

Agarré  uno y  frotándolo  en mi  pantalón le  quité  esa  fina pelusa  que protege  al  fruto  característico  del  pueblo. El primer  mordisco  fue  recompensado  con  un  jugoso ámbar, dulce y  con una casi imperceptible  cuota  de ácido.  Afuera estaban descargando  los  cajones  que  cargados  sobre  "Macharejo", "Rondón" y "Pisco", los  tres burros  

Tiempo de viaje

Pese  a estar  muy cerca  de  Lima una de las  dificultades es la  calidad  del servicio de  transporte  público.  Si en la  actualidad es un problema  debido a  que  algunas  empresas  que  sirven en la  ruta  obligan a  viajar  en la  madrugada, sin un  horario  fijo. Antes, era un  calvario  conseguir movilidad.


Recuerdo  los  viejos  ómnibuses  de la  Empresa  de  Transportes Flores. Sus  colores crema y celeste eran característicos. Su  agencia estaba  en  la  cuadra  cuatro de la Av. Gamarra, en La  Victoria. Hasta  allá  íbamos  para  enviar  las  encomiendas  o  para  recibir  noticias de los  familiares.  La  señora  Luisa, esposa  de  don Abel  Flores era la  encargada  de  la venta  de  los  pasajes y el cobro del  flete. El  anciano  Layo  bromeaba  con los  pasajeros, que  siempre  estaban preocupados  escribiendo  sus  iniciales  en los  costalillos y  costales. Cuando  revisaban la lista  uno  podía  saber  de  qué  pueblos  eran los  pasajeros... de  Tupicocha, de  Tuna, de  San  Damián, de  Sunicancha..   Al promediar las diez de la  mañana  subían los  bultos  al techo del ómnibus. A veces  parecía  que  se excedían  por  el enorme  volumen  de  carga  que  sujetaban  con  sogas. Chato, le  decían  a  uno de  los  chulillos  que  ayudaban  con la  carga  a  los  choferes. Recuerdo a  Amancio.


Don  Abel y su esposa me  llamaban por  mi apellido  materno "Cuya".  Con el paso de  los  años   los  diminutivos  dieron paso  a  joven Cuya, quedando  atrás  el  cariñoso  "cuyita".  


En  Cocachacra  hacían un alto  los  choferes  para  que  los  pasajeros  pudieran  almorzar. La  Hosteria y  El  Palmero  eran los  restaurantes más  frecuentados. Aun recuerdo el sabor  de  las  sopas cuyo  sabor revelaba  que  emplearon leña  en su cocción.  Las  cocachacrinas ofrecían golosinas, gelatinas,  palomitas  de  maíz  y  el agua  de manzana  con  su  clásico !Agua de  manzaaaaaaaaaaaaaaana! o  los  membríiiios! 


Después del almuerzo  empezaba  la  ascención por  esa carretera  polvorienta  que  obligaba  a rugir  a los  motores  de  los  carros. Algunos  totecos, que  así  le  decimos a  los  tupicochanos, iban trepados en las  escaleras y el techo del  ómnibus.  Al  llegar  a "Repartición" se bajaban los  chautinos; en  chilca  bajaban  algunos  pasajeros, pero  subían otros  con  cajones  llenos  de  frutas  y sus  mascotas. Algunos  subían  con sus  alforjas  llenas  de  papas, porongos  con leche  y lampas  o  barretas. Lo  único que  se  deseaba  es  llegar  ya  al  pueblo. 


Al  llegar a  Callenshica los choferes  hacían  sonar  la  bocina  o  claxon, una  forma  bulliciosa  de  pasar  la  voz. Eran  conocidas  las  señoras  que  esperaban  sentadas  en las  bancas  de  la  plaza  a  ver  llegar  a  los  pasajeros, con la  esperanza  de  tener  un recado  o  encomienda. 


Desde  siempre  he  viajado a  Tuna, ya  sea  en los  carros  de  Flores, en el enorme  bus  de la  Empresa  comunal  de  San Damián, en el  bus  de  Fausto  Perales, en esos  viejísimos  carros  de  la  Empresa Pérez  o  en las  empresas  que   en la  actualidad  ofrecen el servicio de  transporte como Regional u otros. 


La  imprudencia fue  causa  de  muchos  accidentes, algunos  de  ellos  con consecuencias  funestas. Las  piañas  con sus  cruces  que  se  yerguen a  la  vera  de  la  carretera  recuerdan las  vidas  que  fueron apagadas  en  las  volcaduras sucedidas.  La  más  grave  de  todas  fue  el accidente  en el que  fallecieron músicos  de la  Orquesta  revelación 5:40 y  un grupo de  fans (1995) Años  atrás  fallecieron comerciantes  cuando  se  volcó  al  abismo  el  camión "Joven Soy". La  lista  de  accidentes  no es  corta, lamentablemente. 


Los  que  visitan en la actualidad  el  pueblo  lo  hacen  a  través  de  una  carretera  más  ancha. Si les  parece  que  es  angosta,  no tienen ni idea  de  lo que  fue  viajar  al  pueblo  hasta  mediados  de  los  años  noventa, cuando  el  ejército  con maquinaria  pesada  trabajó en el ensanchamiento.


En el verano  el  viaje  es  polvoriento; pero en invierno el  viaje  es tortuoso  por  los  enormes  charcos  de  agua,  lo  resbaloso de la  carretera  y  la persistente  neblina  que  no  permite  ver  más  allá  de  unos  metros.  


La  carretera  recibe  el  mantenimiento  que  realizan  las  comunidades  campesinas, respetando  la  jurisdicción de  su  territorio. 

lunes, 6 de junio de 2011

Mi pueblo


Este  blog es un intento de  plasmar con palabras escritas,  fotografías y vídeos mi sentido  de pertenencia e identidad   con el  pueblo en el que  nací, en el primer  quinquenio de la  década del 60,  y  aunque  desde los  tres  años  vivo en  Lima, muchos meses  de mis  vacaciones  escolares  los  pasé  en mi pueblo, junto  a  mis  abuelitos  y  mis  familiares, compartiendo las labores agropecuarias, practicando las  tradiciones y costumbres ancestrales.


Dicen los  sicólogos  que  los  aprendizajes  de la  infancia  son trascendentales ya  que  son la  base  sobre  las  que  construimos nuestra forma  de ver  y asumir  la  vida. Estoy agradecido de haber  aprendido a  conocer  y  valorar  la  naturaleza y  los  valores  comunales  como la  reciprocidad. Pienso  que compartir la  vida  en la  ciudad  y  muchas  temporadas en medio del ambiente  bucólico  de Tuna me  han  nutrido lo suficiente  como para entender mejor  aquel  poema  de  Marco  Martos:

El Perú

No es este tu país
porque conozcas sus linderos,
ni por el idioma común,
ni por los nombres de los muertos.
Es este tu país,
porque si tuvieras que hacerlo,
lo elegirías de nuevo
para construir aquí
todos tus sueños.

Santiago de  Tuna,  pese  a la  brevedad  de su  extensión  tiene  una hermosa y cautivante geografía.  Viéndola  desde la  cumbre  de  Carsisana, las pequeñas  pampas  se ven como si  fueran  puños  de diferentes tamaños, a medio abrirse. Cada uno de  ellos sirven de terrazas  para  el cultivo de  los  melocotones, los manzanos, los  tunales  y  los  sembríos  estacionales. También destacan las  quebradas o en vocablo  jaqaru  "guayque, que  es la variante  que se  da  en esta  parte  de la  sierra  de  Lima  al  vocablo quechua "huayco". Así tenemos  algunos  nombres de quebradas: Sacuayque, Masaguayque, Chilcaguayque (Chilcuayque), Calajuayque (se reemplaza  la “g” por la  “j”.  Al frente del territorio tuneño  se ve una  sucesión de  cerros  azulinos y  de pobre  vegetación, que  reverdecen  en temporada  de  lluvias. Anidados entre esos  pliegues  crecen diversos  pueblos huarochiranos.

El territorio tuneño  tiene zonas  bastante  diferenciadas por  sus  características  geográficas. La  zona baja, limítrofe  con los  terrenos  de las  comunidades  de  Tupicocha, Antioquía, Sisicaya  y San Bartolomé se caracteriza por  la  aridez  permanente y lo empinado de los  cerros  sobre los que  crecen algunas especies  de  cactáceas y plantas que han  aprendido a  absorber  el agua de  la  niebla. Algunos  lugares   reverdecen y  se  llenan de  flores  por  corto  tiempo  en los  años  en que  abundan las  lluvias.  Son los  gigantones los cactus  más  resistentes, que  llegan a  envejecer majestuosos y  dejan  como  herencia  útil  sus  viejos  troncos con simétricos hoyuelos, conocidos  en la  zona  como  “cochos”.

En esos  cerros “calarres” voz  derivada  del  quechua “cala”, que  significa  desnudo,  hay  una  sorprendente  vegetación  que  se  aferra  a  la  vida atrapando  la esquiva  lluvia  o  la  humedad que  asciende desde la  costa. En ese escenario  habita una  diversidad de  aves, insectos, reptiles y una  fauna que  consta  de   mucas, ardillas, venados, gatos monteses, vizcachas, zorros, zorrillos, chacales, y el temido  puma, que  hacen “daño” en los  corrales de los pastores  transhumantes.   

La  zona  media es  aquella  en la  que  se  ubican las pampas o  marcas son fácilmente  observables  por  su  permanente  verdor  y  por  el  trabajo diario de  los  comuneros que  suelen vigilar  y  cuidar  los  sembríos, instalando  espantajos  “espantapájaros” para  que  las  aves  silvestres  no  hagan daño. Desde  los  estancos o estanques  se transporta  el agua  a través  de  una  inmensa  red  de  acequias, respetando un rol para  la  distribución del riego  que se  acuerda  en las  asambleas  de  la  comunidad, según  la  ubicación de los  ojos  de  agua. Los  regantes  pueden conocer  los turnos al  revisar  en las  pizarras instaladas  en las  paredes  exteriores  de la  Huayruna. Algunos  estancos son: Lechica (el de mayor  volumen de agua), Waracasa, Palermo, Pampamalca, Coyure, Shuturi, Tama, Mascuñe, Chilca, Lucumaní, Huangre.

La  zona  media  es  la  de  mayor  actividad  productiva y  no hay  espacio  sin trabajar. Siempre  se  están  reparando  los  caminos, los  estancos  y  los  andenes. Hay  quienes  han construido  casas  para  criar  aves  de  corral  y  aprovechar  el tiempo al máximo cerca  de  sus  chacras.

En la  zona  alta, que  curiosamente  está  ubicado  por  encima  del  paso de  la  carretera  se  ubican las  “moyas”  o  tierras  de cultivo  estacional, es decir, son terrenos de  secano. Son extensas  áreas  protegidas  con pircas o  muros  de  piedras y  quinchas (arbustos y espinos). Pocas  son las  moyas  que  están cercadas  con  alambradas. En esas moyas  siembran  trigo, cebada, papa,  oca, y habas. Su  uso está  supeditado a la  abundancia  de  las  lluvias. Más  arriba  de  Carsisana las  moyas  son solo de usos  para  el  pastoreo.

En la  actualidad el  distrito  Santiago de  Tuna  tiene  tres  centros  poblados: Lucumaní, San Juan de  Hualapunku  y   la  Merced  de  Chilca.  Una serpenteante  carretera  facilita  el  acceso y el  transporte entre los tres centros. Cada  estela  de  polvo  amarillento  devela  el  avance  de un vehículo

Hace  muchos  años  la jurisdicción de  Tuna  se  prolongaba  hasta  la  actual Cocachacra  e incluso la comunidad Campesina poseía  tierras  en  Chaclacayo, una manifestación del  control de pisos ecológicos de las  comunidades  preincas.

La  zona  que más  conozco  y que  puedo ilustrar  es desde  Suche  hasta Warananche, en el lindero  con la  Comunidad  Campesina  San  Andrés  de Tupicocha. Desde  Suche  hacia  el  norte  se encuentran  los  sitios  míticos de la pacarina  tuneña, me  refiero  al  lugar de  origen  de  los  antiguos Tumna. En dirección del  Bosque  de  Zárate  se  encuentran Chilca,  Chilcacoto, Llamkacanche (templo del  trabajo), Huangre, Sacasanche (Sacsanche). Los sitios  arqueológicos  son  abundantes  y  poco estudiados; ese  lado  del territorio  tuneño  todavía es  poco  conocido  por  mí.


Como todo  en la  vida, el pueblo  luce  cambios  drásticos, ya sea  en el estado de las  casas de  adobe, en el techado de las  viviendas y los  temidos efectos de una  modernidad  impregnada  de lo que  se llama  "cultura  chicha". parece  difícil  lograr  armonizar  modernidad  con preservación de la  cultura que se forja  a través  de los  años.


Ni siquiera la  iglesia  pudo librarse  del impacto modernizante. Los  antiguos  retablos  tallados en madera lucen polvorientos y desencajados  de su sitio. La remodelación bien intencionada, pero inconclusa causó lo que vemos  hoy en día. Imágenes  de santos y  vírgenes  amontonados como esperando que  llegue  el día  en que  por  fin culminen las  obras.  Será  que  en Tuna  todo queda  a medio  construir,  como pasó  con ese extraño arco de  bienvenida, o el propio  local  municipal  o la  gobernación. 


Los  antiguos  tuneños edificaron un pueblo  con un estilo y  arquitectura  de finales  del  siglo XIX, con reminiscencia afrancesada. Sobresalía  la  vieja  torre  o  campanario  como  uno de  los  principales  referentes  de los  acontecimientos  en la  comunidad. Los  diferentes  repiques  de campana  avisaban  si  ocurrió  un a emergencia, si  habían  noticias  muy  urgentes  o  si  alguien  había  fallecido. Hoy en día  el  alcalde  impone con altavoces  su  preferencia  musical  y  funge  de improvisado  locutor  de  radio de  mercado.


Son pocas  las  viejas  casonas que  conservan  los  poyos  bajo un  pequeño  zaguán, que  servía  como espacio  para  confraternizar  o  integrar a los  tuneños. 





lunes, 3 de enero de 2011

Las mesas en la fiesta

La festividad  patronal  y  la de navidad  convoca  a  visitantes  de  diferentes  pueblos, que  llegan a ver  uno de  los lugares  más famosos  de  huarochirí  por  la  forma  en que  se  celebra  la  Pampa  de  Amancae.

Una  de las  preocupaciones  de  los  socios  de las cofradías  es  el menú  que  se  ofrece  ya  sea  en el  desayuno, el  almuerzo  o  la  cena, según la  función que  desempeñan los asistentes.

El desayuno y el  almuerzo  son más  fáciles  de organizar  porque  no requieren  de  luz  artificial  y  el  control del  local, el menaje  y mobiliario no  conllevan  contratiempos significativos.

La preparación y  presentación de  los  menúes se hace  según  el tipo de  participación de las personas. En  la  primera  mesa  se  acondiciona lo mejor  de todo  porque  allí  se  atiende  a  los  cajueleros  y  sus  familiares.  Allí se pueden  apreciar  los mejores  manteles, los  arreglos  florales e incluso se  puede contar  con mozas o  mozos  uniformados. El menú es  el mejor  en la  primera  mesa. La  mejor  pachamanca, la  sopa  y  los  platos  de  fondo además  el  postre. Los  cocineros  se  esmeran  en el uso  acertado de  los  condimentos  y demás  ingredientes. Se  ofrece vinos, espumantes  y  muchas  botellas  de  cerveza; para  los  abstemios  se  dispone  jarras  con  chicha  morada  o  de  jora.

En la  segunda  mesa  están los  devotos de  prendas u otros  objetos. también ingresan  al local  llamado  segunda  mesa  los  visitantes de otros  pueblos. El menú que  se  ofrece  suele  ser  menos  elaborado. Se sirve cerveza  y  otras  bebidas, pero  con restricciones. Los  amteles  son de  plástico y se disponen  larga s bancas  como  asientos.

En la  tecera  mesa  están los  jóvenes  y  pobladores  conocidos. Cada  vez  se presciende de un local   techado y  con sillas para esta  mesa. Los  visitantes  tienen  un  menú  que  consiste sopa y  segundo  plato. Cuando  hay  se les  sirve  postre.  En este  locla  hay  pocas  mesas  y  los  manteles  son  de  plástico, Hay veces en los que  no  se  usa  mantel.

Pachahualay

El último día  de la  fiesta los  negritos  danzan  una lenta  melodía  que se  llama  pachahualay.
Desde  el alba, cuando  el devoto enciende los  cochetes  de  arranque  el  alférez  de bandera  ondea  la bandera  sudafricana mientras  sus  compañeros de  cuadrilla  avanzan entumecidos  por  el  frío  de  la  madrugada, que  apenas  se  puede  ver bajo la espes a niebla que  cubre  todo de blanco, con una  humedad que  impregna  microscópicas  gotas  de  rocío.

Pachahualay, es  el vocablo  cuyo  significado exacto se  desconoce  en  Santiago de  Tuna. Solo  se asocia  con tristeza ante  la  próxima  despedida, el fin de  fiesta y la  vuelta  a los  quehaceres  en las  chacras.

Algunas  bandas de  músicos  estrenan un pachahualay cada  cierto  tiempo; y  si  tiene  acogida, aseguraron  su   éxito  en las  festividades  de la  provincia. Cunbado no hay estreno  se  recurre  a las  más  populares.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Velorio a los cajueleros y devotos

Bueno, se llama  así: Velorio a los  cajueleros y devotos, la  costumbre  en la  que  los  socios y  socias  de  la Cofradía  encargada  de la  festividad en honor  del Niño Jesús  realizan  a  quienes  ofrecieron  ser  cajueleros  o  devotos  en la  fiesta  de  Navidad.  El velorio  consistía  en enceder  velas  para  acompañar  la  cajuela  en casa  del  cajuelero, combinando  oraciones  con palabras de cortesía y  agradecimiento. Se  brindaba algún  licor  fino para  sellar  el compromiso del  cajuelero.  Con esta  visita  para encender  velas  se conoslidaba  el  compromiso  renovado  cinco meses  antes  en la  visita  de  seis  meses.

Es  probable  que  en sus  orígenes  estas  visitas  hayan  tenido un peso  más  religioso. Desde  la  década  de los  80, el  velorio en casa  del  cajuelero  ha  devenido   en un pretexto  para  la  celebración y el consumo de  cerveza u otro  licor,  que  es el anticipo de la  borrachera  en la  que  se sumerge la  fiesta en el pueblo.

Habrá  que  remontar esta  distorsión  para  recuperar  los  valores  y  el significado de las  costumbres, teniendo  como  centro  de  atención  a  Jesús  Niño y lo que  significa  para  la  fe  católica.

viernes, 17 de diciembre de 2010

Cochos para la fiesta

Los  fogones  sobre  los  que  se  preparan los  alimentos  de la  fiesta  patronal o  de navidad  necesitan de  mucha  leña, que es  el  combustible  ancestral.

Cada  año  los  comuneros  encargados  de  las  festividades  se  desplazan a  remotos  parajes  en busca  de los  cochos, que  así se  llama  a los  troncos  de los  cactus centenarios. Una  cualidad de  este  tipo de leña  es el rendimiento  y  sobre  todo  porque  no  desgasta  las  pailas  con su  calor, aunque  cuando está  encendido  es propenso a la  humareda. La  apariencia  de esos  troncos es especial  porque  son  tubos encorvados de aproximadamente  una  pulgada y media  de  grosor. Destacan los  hoyos  simétricos  que  rodean  su cavidad.  para  extraer esos  troncos  se necesita una  barreta  de  acero, machetes con buen filo y una  buena  hacha.   Cuando  todo está  cortado  en el tamaño  apropiado  se  arman las  cargas, es decir  que se  agrupan los  leños que  podrá resistir  el asno  que  transportará  la leña  hasta  el pueblo. Con gruesas  cabuyos  o  guacuras  se sujetaban los  tercios  de  leña.
La  tarea  de  ubicar, extraer y  picar  los  cochos  puede  tomar  más  de un  día. Y  se necesita  una  gran  cantidad de   burros  para llevar  el preciado  combustible. Es  evidente  que  las  costumbres  antiguas   propiciaban el  trabajo  solidario  y  a falta  de  radio  o equipo electrónico  florecía  la  inspiración artística. Los  hombres  cantaban mientras  trabajaban y se  daban  ánimo  silbando  y  bromeando, mientras  las  mujeres  se esmeraban  en preparar  el  reparador  patache y, si  había  presupuesto, se  añadía  la  preparación de un segundo  plato.

A pesar que los  molles  abundan en las  quebradas de las  zonas  más  bajas  del pueblo, se prefería  usar  cochos  como leña, porque  el molle  daña  las  pailas.

Actualmente  se  combina  el suo de  cochos,  que  cada  vez  son más  escasos, con  leños  de  eucalipto.

la  comida  de  la  fiesta  tiene  ese  sabor  especial  porque  la  comida  que  se  cocina  con leña  es más sabrosa.